QUE EL AÑO 2020 SERÁ UN AÑO EXTRAORDINARIO, lo sabemos todos.
Extraordinariamente difícil, desde luego, porque todo está cambiando tan rápido y tan fuerte, que nuestra parte más humana se desorienta y se asusta ante lo desconocido. Y, además, porque lo que de verdad queremos requiere un proceso titánico. Extraordinariamente prometedor el 2020, también, porque las energías del cambio se abren como nunca a nuestra creatividad e intención, siempre y cuando seamos capaces de soltar en serio lo que ya no sirve. Soltar los peros, soltar todos esos “es que yo creía que…”, “es que yo pensaba que…”, “es que yo quería que…”. En el fondo, soltar tanto “yo”. Los tiempos están exigentes en su imperativo universal de soltar los egoísmos, de renunciar ya a lo anterior. En Chile, ni hablar. Todo lo que queremos aquí pasa por soltar polarizaciones previas. Renunciar -qué difícil- a la guerra de los egos, tan complacidos de tener sin falta la razón y de que la culpa siempre la tenga el otro. Pues lo que los chilenos queremos -justicia, paz, futuro- requiere de pura unidad, de acuerdos profundos, de largo entendimiento. De generosidad por todas las partes, de reconocimiento genuino de la igualdad de todos los ciudadanos. Costará mucho, o costará menos, pero ya no hay vuelta atrás: las ganas están muy prendidas en los corazones. Y en la calle hay un nuevo espíritu comunitario, y mucho humor y amor.
Por dentro, el cambio es también inmenso. El salto cuántico de conciencia que se venía anunciando en las últimas décadas ya llegó. La transformación del alma está ocurriendo a toda velocidad, y cada uno está viviendo lo que necesita para abrirse a nuevas dimensiones de percepción y experiencia. Lo necesario, adentro, es lo mismo que se requiere afuera: renunciar a los egoísmos -que provienen del miedo- y atrevernos audazmente a confiar, perdonar, y perdonarnos. Perdonar, no porque el otro se lo merezca, sino porque no queremos perpetuar el agravio y el pleito. Queremos quedar libres de toda negatividad. Perdonarnos, porque sin aceptar nuestra oscuridad y abrazarla, no podremos abrazarnos a nosotros mismos.Y abrazándonos a nosotros mismos sentiremos por fin el abrazo dulce, mágico, de un Cosmos que nos ama y nos protege.
FELIZ, FELIZ, LUMINOSO AÑO NUEVO A TODOS!