Flotando en las aguas tibias del alma, restaurando las energías, puro sintiendo hacia adentro. Consolidando la comprensión profunda de ser criaturas muy amadas desde el misterio, llenándonos de la paz de saber, con la ciencia cierta de la inteligencia del corazón, que todo está bien.
Pues la cabeza, acostumbrada a la desconfianza, no lo sabe saber. Por eso hay que meditarla…
Tiempos estos para descansar, porque estamos legítimamente agotados de la gigantesca, invisible tarea de los últimos meses, la de transformarnos a nosotros mismos. Ya viene el cambio, y la acción inspirada. Hay un mundo allá afuera esperándonos, listo para nacer de nuevo.
Mientras tanto, como los trabajos internos abren tanta vulnerabilidad al sentir, favorece repetirnos sin apuro, dulcemente, una verdad tranquilizadora: SIEMPRE ESTOY PROTEGIDO.
Porque así es.
¡Cariños, y abrazos!