ACABA DE APARECER ESTE POTENTE LIBRO; IGNACIO FERNÁNDEZ, SU INSPIRADO AUTOR, ME PIDIÓ LE ESCRIBIERA UN PRÓLOGO.
Comparto aquí ese prólogo con ustedes, porque resuena mucho con las energías presentes:
Prólogo de Gonzalo Pérez a LA SENDA DEL DESPERTAR,
de Ignacio Fernández (Editorial Urano, 2023)
Vivimos tiempos intensos, inéditos, extremos. La incertidumbre ha desmoronado las certezas que sostenían nuestro mundo; avanzamos por una realidad cada vez más líquida, impredecible, fuera de control. Afuera, ya nada es como era; adentro, menos aún. El descontento de la civilización, anunciado por tantos perceptivos observadores en el pasado siglo, se ha vuelto experiencia cotidiana.
No se trata, sin embargo, de una situación sin salida. La salida -pragmática, factible, concreta- al túnel colectivo está a la vista de quien quiera mirar: existen hoy, de sobra, los recursos, el conocimiento y la tecnología necesarios para solucionar casi todo, incluyendo el temible calentamiento global. Pero falta lo principal, lo decisivo: las voluntades humanas. Voluntades que, mayoritariamente, aún no descubren ni constatan ni asumen la brújula liberadora del bien común. Albedríos atrapados en los milenarios cálculos del egoísmo, en sus reacciones ancestrales, automáticas, de separación y acumulación. Voluntades cegadas por apariencias de éxito, seguridad o beneficio, que silencian todos los días los anhelos del alma, los susurros del cosmos. Inadvertidamente, van así frenando las sinergias de la acción inspirada que necesitamos como tripulantes de la nave espacial Tierra.
En este libro vibrante, Ignacio Fernández invita a examinar lo que hay detrás de este sabotaje de la humanidad a sí misma, un sabotaje replicado al detalle en el interior de cada uno de nosotros. Lo que pareciera pura ceguera autodestructiva, tiene una raíz profunda: el dolor. Y el miedo inevitable que viene del dolor. Un dolor con frecuencia olvidado, enterrado bajo densas capas de distracción y anestesia. Un miedo que nos mantiene en constante estado de guerra, defendiéndonos de los demás y de la vida con la muralla y con el ataque. ¡Sin darnos cuenta!
Ese dolor raíz es el que irrumpe en las inevitables crisis de la existencia, aquellos derrumbes catastróficos donde todo se quiebra, y la angustia extrema nos obliga a enfrentar alguna verdad. El dolor duele tanto, que buscamos huirle de mil maneras. Pero también, cuando finalmente nos damos permiso para sentirlo sin rechazo, sin apuro, y aprendemos a escucharlo, a darle consciencia, nos llevará generosa, infaliblemente, al despertar.
Ignacio, con sinceridad transparente y didáctica, guía eficazmente a los valientes que quieran emprender la épica senda que va del dolor al despertar. Hace suya la voz unánime y drástica de los sabios de todos los tiempos: Tú primero.
Quienes estamos transitando este camino inesperado hemos sido llamados “los dormidos/despiertos”. Dormidos, porque todavía sufrimos el tormento circular que nos somete una y otra insoportable vez a los mandatos de nuestro ego y su reiterada frustración; despiertos, porque ya el ser interno nos ha revelado en tantos momentos el esplendor gozoso de estar conscientes, cuando, presentes en totalidad, comprobamos en cuerpo y alma la increíble magia de la vida. ¡Por cierto, queremos ardientemente volver a estar ahí!
Despertamos muchas veces, y nos volvemos a dormir. Pero ya no importa: el dolor está ahora tan próximo a la consciencia, que nos despertará de todas maneras. Porque estamos renunciando a las anestesias y los engaños; entonces, cuando el dolor nos llama, no tardamos mucho en sentirlo sin reparo, en iluminarlo, en entregarnos a sanarlo compasivamente. Queremos ser libres…
No sabíamos que éramos capaces de tanto valor, tanta honestidad, tanta paciencia. Sin embargo, a medida que ponemos luz en la herida primera, en el dolor invalidante, una asombrosa transformación comienza a ocurrirnos. Y nos vamos percatando, de a poco, que nuestra presencia se ha ido haciendo día a día más poderosa, nuestra gestión más certera, nuestro corazón, más amigo del amor.
Y que tú estás mucho, mucho más cerca…
GONZALO PÉREZ BENAVIDES