LA MEJOR MANERA DE VIVIR ESTE LARGO TIEMPO DE RETIRO Y CUARENTENA, LA DE ESTE OSO FELIZ! Sin duda, él ya cumplió sus obligaciones de buscar comida y comérsela, y ahora descansa a pata suelta, contemplando el presente sin apuro, satisfecho de existir, rodeado de seres queridos. Los días que vivimos nos desafían a esa misma simplicidad.
Prioridad absoluta: mantener el alma sintonizada con la vida, confiando en su mil veces comprobada protección y sabiduría.
Los vínculos son decisivos en las emergencias. Por eso, la importancia de compartir, confirmar, disfrutar del cariño. Con la posibilidad prodigiosa que nos ofrece el celular de vernos, escucharnos, reírnos, que compensa mucho el no tocarnos.
Además, es bueno recordar que antes de esto, “en la normalidad”, nunca teníamos tiempo de llamarnos, ni mucho menos de hacernos sentir cuánto me importas, cuánto te quiero. Esta misteriosa suspensión del tiempo habitual instalada en el planeta permite valorar tanto la intimidad. Y profundizarla.
Para qué decir la relación con uno mismo! Las energías del momento cósmico están tan serias, tan decisivas, que solo la honestidad más drástica, el enfrentamiento interior más implacable, sirven para atravesar los miedos y los desalientos que brotan como maleza en el jardín del alma. Y hay que sacarlos pronto, y de raíz, porque si no, se vuelven plantas carnívoras…
El Cosmos nos está haciendo trabajar: es tan inmenso el cambio, que tal como éramos no basta. Por eso estamos muriendo al pasado, y naciendo de nuevo en un salto cuántico hacia la luz. Cuesta morir, porque asusta y duele, pero nacer es fácil, lo más natural del mundo. Cada uno de estos días de destino estamos muriendo -soltando un pedazo de identidad antigua- y naciendo. Practicando el arte de creer en lo espontáneo, esencial, que comienza a fluir en nosotros por ratos, con asombrosa liviandad. O sea, entregándonos a la vida con la misma confianza contenta del oso de la foto!