EL PORTAL DEL LEÓN es el nombre antiguo de estos primeros días del Sol en su propio signo, Leo. Un portal cósmico, desde luego, pero también interno. Días especiales en que somos desafiados a atrevernos a una nueva soberanía sobre nosotros mismos, a asumir una más radiante majestad.
Porque el mundo interior -el microcosmos- es también un reino, que, como todos los reinos, es vulnerable a la usurpación, el abandono y la miseria. Depende del soberano, la soberana, y su alineación correcta con los poderes de la Vida. El miedo es el usurpador; el egoísmo, la política inescapable de ese tirano.
Como en todos los relatos épicos que hacen latir más rápido nuestro corazón, se necesita urgentemente un rescate; que un joven puro y una joven valiente recuerden su secreto origen y emprendan la aventura inmensa de disipar el maligno embrujo, destronar al ladrón, y asumir la corona destinada.
El Portal del León nos llama a saltar al vacío luminoso de lo desconocido, creyendo y confiando en la pureza de nuestra intención, protegidos por el poder con que el alma fluye cuando solo quiere amar más. Pero los requisitos indispensables de esa soberanía feliz -generosidad, gratitud, goce-, han de nacer de nuevo en cada presente, en cada intencionar.
Con ese fluir también va sanando la niña herida, el niño asustado que sigue sufriendo en la oscuridad por la usurpación y el exilio. Quienes reinan conscientemente saben tener la paciencia y la dulzura que calma a estas partes de sí mismos atrapadas en la memoria emocional. Y entonces empieza la magia, porque solo la inocencia del niño interior permite el encantamiento…
En el pasado, este épico rescate del poder soberano de la vida era casi imposible, porque los mecanismos defensores del miedo, su automático cerrar del corazón, vencían por inercia a cualquier voluntad empeñada en transformarse en amor.
Muy pocos lo lograron.
Hoy, en cambio, el salto anhelado está al alcance de quien quiera. Las nuevas energías que están llegando a la Tierra, y la gradual evolución de la humanidad nos han traído a este umbral inconcebible. Estamos siendo invitados a despertar a una conciencia regida por el amor; todo lo que nos pasa nos hace elegir constantemente entre replegarnos defensivamente, rechazar y cerrar -lo que hemos hecho siempre-, o atrevernos a lo contrario: no saber, aceptar, confiar. Dejar de evitar o atacar, que es lo que el miedo enseña, y llenarnos de cosmos en un encuentro interno de unidad y amor que me abraza y te abraza. Sin más enemigo ni peligro, porque el reino está sanado.
Los sabios de los albores lo dijeron: la Humanidad tendrá la oportunidad de hacerse verdaderamente humana. Cuando arribe la Era de Acuario, cuando el planeta -su vehículo espacial- llegue a esa cita energética decisiva, en su trayecto por la galaxia.
Esperábamos con ganas esta Era liberadora, pero nunca imaginamos que se haría tan concretamente evidente, ¡poniendo todo online! Internet, como un mega sistema nervioso planetario, hace real el propósito acuariano, uniéndonos a todos en instantánea comunicación.
Como cada uno los signos, Acuario no llega solo. Los arquetipos simbolizados por los signos del Zodíaco vienen en polaridad, siempre acompañados de su opuesto, su complemento, su pareja necesaria. La Era de Acuario trae consigo la energía y desafío de su contraparte, Leo, símbolo de creatividad, pasión, soberanía.
La fraternidad acuariana, que busca el bien común, necesita de la intensidad subjetiva del León, porque, cuando enciende el corazón con llama pura, convierte a cada hombre y cada mujer en el líder inspirado que el grupo requiere.
Atravesemos el Portal con los pies amando firmemente la Tierra, el pecho abierto al abrazo portentoso del espíritu, la cabeza tranquila sabiendo no saber. Ángeles y maestros, esperándonos para ayudarnos a crear un nuevo mundo.
En la tradición mística se ha susurrado por siglos un anuncio venturoso sobre este momento de destino. Se nos ha dicho que en la Era que está terminando, la Era de Piscis, el ser cósmico encargado de la Humanidad, el Cristo -estado de totalización de conciencia alcanzado por Jesús y otros maestros y maestras iluminados- se manifestó en el alma colectiva como el Cordero de Dios, Agnus Dei, la inocencia esencial viviendo un inevitable sacrificio. Pero, que en la Era de Acuario, el Cristo despierta en nuestra alma como un león de luz, el Divino Soberano. A su lado, un secreto bien guardado hasta ahora, su compañera, la Leona de Luz que llamamos Magdalena, vibrante de poder y alegría crística, conduciéndonos certeramente al Paraíso que se goza en cuerpo y alma, el Terrenal.