HOY EL MUNDO ENTERO ESTÁ CELEBRANDO EL CUMPLEAÑOS 250 DE BEETHOVEN, EL PROMETEO DE LA MÚSICA, EL GENIO INCREÍBLE QUE DESCRIBIÓ EN SUBLIMES ATMÓSFERAS SONORAS EL VIAJE DEL ALMA CON TODA SU INTENSIDAD, BELLEZA Y SENTIDO.
De exuberante joven prodigio creció a exitoso, celebrado maestro del oficio, para continuar, completamente sordo, a una madurez de sabio generoso entregándonos el luminoso resultado de su atormentada búsqueda: la paz, la gratitud y la dicha transparentes en sus últimas obras. Entre ellas, por supuesto, esa melodía, conocida por todos de memoria, que la humanidad canta en sus momentos cumbre: la ODA A LA ALEGRÍA de la novena sinfonía.
Mi alma busca casi todos los días su compañía profunda y maravillosa. Una sonata, un cuarteto. Cuando estoy de fiesta interior, una sinfonía. Gozo de saber que son inagotables, que cada nueva vez es una revelación.
Para quienes no lo amen todavía, pero quieran hacerlo, una recomendación de enamorado: escuchen muchas veces la misma pieza. Así nuestro cuerpo alma va sintiendo su fragancia creciente.
Sugiero aquí algunas piezas irresistiblemente seductoras, y más fáciles para el oído principiante; muy conocidas, por lo demás.
De las sonatas para violín y piano, la n°5, PRIMAVERA. Una locura de pasión por la vida.
De las sonatas para piano, la n°14, CLARO DE LUNA. (Que no tiene nada que ver con luna ni con noche, eso fue un nombre comercial puesto por un editor veinte años después).
De los tríos, el trío ARCHIDUQUE es suntuoso y amigable.
De los cuartetos, el n°7, el primer Razumovsky, imposible más delicioso.
De las sinfonías, la 6, PASTORAL, nos lleva directamente al encantamiento natural de experimentar el paraíso en la Tierra.
¡Gracias, Ludwig, por tanto!