COMO ES ARRIBA ES ABAJO, COMO ES ABAJO ES ARRIBA, han dicho con fundamento los sabios en todas las eras. El tumultuoso acontecer que nos está estremeciendo acá, ahora, en la Tierra -y, fuerte, en nuestras almas-, corresponde por supuesto a un suceder también drástico en los cielos astrológicos. Los eclipses de octubre serán duraderos en la memoria geopolítica; confiemos que las tribulaciones personales pesen menos… Hoy llegamos a la Luna Nueva de Scorpio, momento anual siempre decisivo, con las energías todo o nada de este signo inexorable enfocadas en la muerte de lo que tiene que morir, para que viva lo que tiene que nacer. Como bromeamos los astrólogos: en noviembre se define todo…
Nada sigue igual después de estos tsunamis escorpiónicos. Con su intensidad a veces intolerable, nos obliga a dejar ir algo que no querríamos jamás soltar -una ilusión, una porfía-, o a aceptar aquello que nos habíamos jurado resistir para siempre. En lo personal, ya es suficientemente terrible ese paso por el morir para poder renacer, pero en lo colectivo puede ser aún peor, cuando la resistencia al cambio lleva a la gente al odio y la violencia, o a un paralizante fatalismo. Quienes hemos vivido largo sin perder el buen humor -en verdad, perdiéndolo con frecuencia, pero recuperándolo todas las veces-, sabemos que después de lo más oscuro viene sin falta el amanecer, y que todo túnel del alma lleva inesperadamente a la luz.
La Luna Nueva alínea Tierra, Luna, Sol en una especie de antena cósmica sintonizada con una energía de activación para los 28 días que siguen. Luna Nueva, nuevo comienzo. Ésta, la de Scorpio 2023, coincide con una potente alineación de Marte con Urano. Uf! Simbólicamente, diríamos que con Marte/Urano se alza en el sentir, para bien o para mal, una espada de temible filo, un bisturí de implacable rayo láser. Para cortar por lo sano, ojalá; para abrir paso a la luz cortando sin cesar los tentáculos de la tiniebla mental.
Por cierto, se trata de una energía tan electrizante, tan proclive al cortocircuito emocional -Marte lo ve todo rojo, Urano no admite contradicción-, que es más que aconsejable caminar sin apuro, y con pies de Saturno, o sea, de plomo. Porque el territorio está minado con cargas psíquicas de súbita explosión.
Sin embargo, la oportunidad es también magnífica. Las espadas cósmicas no están hechas para herir, sino para atravesar el engaño -el propio, sobre todo-, penetrar la ignorancia, y empoderar nuestro corazón. Y el corazón siempre anhela paz, únicamente quiere amor, amor del bueno. El cielo nos invita, entonces, a blandir la espada de luz para cortar nuestras amarras de temor, a usar con precisión el interno bisturí para limpiar las heridas antiguas que supuran hoy, reactivamente, en nuestra alma. Y, más que nada, a entrar todavía más adentro, a ese espacio quieto y secreto donde no hay turbulencia ni inquietud, sino pura belleza. Y confianza total en un Universo viviente que nos protege y prepara para la felicidad.
(En la foto, el volcán Villarrica en actividad)